Se sabe que los buenos hábitos alimentarios en la infancia son muy importantes para una buena salud en el futuro. Actualmente, la dieta de niños y jóvenes tiende en general a un exceso de grasas y de proteinas y a una deficiencia de hidratos de carbono. La dieta mediterránea se caracteriza, entre otros aspectos, por un elevado consumo de frutas, verduras y cereales, pero en los últimos años se ha producido un desprestigio de algunos de estos alimentos básicos como las patatas, el pan o las legumbres, tan importantes por su aportación, entre otros nutrientes, de hidratos de carbono. Una forma eficaz de corregir este desequilibrio en la dieta de niños y jóvenes es la incorporación del pan en las diferentes comidas.
El pan es un alimento energético que proporciona unas 250kcal cada 100 gramos, y de 7 a 10 gramos de proteïnas. No contiene colesterol y contiene muy poca grasa. Tambien proporciona fibra, especialmente el pan integral, y algunos minerales, como hierro y zinc, y vitaminas sobretodo del grupo B.
Para niños y jóvenes se recomienda consumir de cuatro a seis raciones diarias de hidratos de carbono, entre ellos el pan, distribuidas entre todas las comidas. Pero está claro que donde el pan tiene un papel más importante es en el desayuno y en la merienda. Un desayuno completo debería incluir fruta fresca, lácteos y cereales. Sin embargo, sólo entre un 55% y un 65% de los escolares españoles desayunan habitualmente, y menos del 40% el pan o cereales en el desayuno. Los expertos, en cambio insisten que desayunar bien reduce el riesgo de padecer obesidad y aumenta la capacidad de aprendizaje y de concentración.
Recuperar el hábito del consumo de pan de calidad puede contribuir, pues, a mejorar la alimentación de niños y adolescentes, y favorecer tanto su salud física como su rendimiento académico.